Desaparecer, la nueva fantasía digital

Tanto tiempo diseccionando los componentes de una alfabetización digital integral, multimedia, crítica y creativa, y resulta que apenas percibíamos un elemento tan importante como la conectividad: vivir la desconexión.

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Cada vez surgen más voces que llaman la atención sobre esta cualidad, pero no ya desde el punto de vista apocalíptico que tiñó los primeros años 2.0 con discursos que veían en la tecnología puro aislamiento social, sino como una destreza que interesa ejercitar para ser capaces de desconectar con intención y voluntad, cuando y como queramos. Precisamente para volver a conectar con intención y voluntad, cuando y como queramos. Ahí la clave.

Interesa ejercitarla por la propia sensación de presión que se puede sufrir al experimentar la tecnología ubicua, conectada y constantemente emisora de nuestro devenir personal. Todos conocemos personas que reaccionan con miedo o se sienten completamente sobrepasados, sin capacidad de control sobre sus vidas digitales. Precisamente Karelia Vázquez escribe hoy en El País Semanal el artículo “Largarse de las redes sociales”.

Qué significa la intimidad, la propiedad, la originalidad, la amistad y la privacidad en tiempos de Facebook no parece ser lo mismo que hace décadas. No es lo mismo para los más jóvenes y no es lo mismo para los más mayores. Como no lo es tampoco la forma de protegerlas o de intercambiarlas como memoria y valor social.

Borrarse de Facebook y de Twitter probablemente sea la respuesta equivocada. Pero ¿cuál es la pregunta? ¿Cómo tomar control de la situación? ¿Cómo ecualizar la propia vida, la intensidad de lo que se ofrece y de lo que se obtiene, de lo que se comparte y de lo que germina, del ser y estar digital?

Ese “Cómo” es parte de la competencia digital que debemos desarrollar, aprender a ser capaces de aprovechar el potencial que nos ofrece estar conectados y aprender a tomar control sobre nuestro propio discurrir online desenchufándonos cuando así lo deseemos.

Alguien que trabaja de forma explícita esta competencia con sus alumnos es David Silver, profesor de Digital Literacy y Green Media en la Universidad de San Francisco. Coincidí con él en el Congreso de AoIR, la Asociación de Investigadores de Internet, que se celebró en Copenhague en 2008. Allí David ya presentóalgunos de los trabajos del proyecto “Log off before you blog off”, donde pide a sus alumnos que se desconecten de toda tecnología multimedia para centrarse en las experiencias analógicas, experiencias que normalmente requieren de trabajo manual, en grupo y en contacto con la naturaleza, para más tarde volver al blog, documentarlo y reflexionar sobre ello. En sus propias palabras, “es muy importante decir públicamente, y decirlo públicamente en conferencias repletas de investigadores de internet, que pasamos, y nuestros alumnos también, demasiado tiempo online y conectados. Necesitamos salir y desconectarnos más frecuentemente”.

Los trabajos más recientes de David Silver en esta línea se pueden ver en este vídeo (a partir del minuto 7) o a través de su blog:

David Silver on “Digital Natives” on a Media Fast from BayNet Webmaster on Vimeo.

Escribir, publicar, de forma frecuente, es un estado en sí mismo. Se hace y ya está. Tiene su propio ritmo. Pero si un día se para por alguna circunstancia, el flujo se rompe, cada día que pasa se hace más difícil retomarlo. Yo misma, que creo tener cierto control sobre mi identidad digital y mi grado de exposición pública, confieso tener a veces la fantasía de desaparecer, de caer en la estética de los suicidios colectivos o de simplemente irme silenciosamente un día y no volver. Siempre me ha inquietado mucho todo lo referente a la muerte digital, a esos blogs sin dueño, a esas claves que se van a la tumba.  Siempre me ha angustiado pensar en que se borrarían mis identidades digitales distribuidas por tantas cuentas y, por otro lado, reconozco que la idea tiene algo de seductora y a veces incluso liberadora. ¿Qué pasaría? Todo y nada. Como Sísifo, volveríamos a empezar. Porque somos seres sociales.