El valor emocional de los blogs

El pasado jueves, Luis se quedó con ganas de seguir hablando sobre blogs, rankings, visibilidad, emociones, mujeres y relatos personales. Así que, haciendo honor al nombre del evento, hemos seguido conversando en los blogs y parece que llegamos a la conclusión de reivindicar el valor de la emoción. ¿Tú qué opinas?

Decíamos

Luis: …. A mi me parece que en las cimas de rankings hay hombres también por esa maldita herencia del “diseño de género” que nos ha dejado a horrible costumbre de competir en la arena, de querer ser el astado más bravo de la manada, de médirnosla en público en definitiva. Sería una pena que las mujeres empezaran a competir en la red en estos mismos términos “rankistas”, por cierto diseñados por hombres. Yo creo que la naturaleza de la red es descentralizada y no debe entenderse como una meritocracia que deja un escenario que nos puede ser más comprensible porque nos cabe de un solo golpe de vista pero que en definitiva es falso como representación y negativo para que la gente pueda comunicarse en la red.

Una vez le escuche al sociólogo Manuel Delgado una cosa que no sé hasta que punto es cierta pero que desde luego se me ocurre podría ser un buen simil para el caso. El mantenía que en muchas ocasiones la mujer contemporánea se empecinaba en vivir el sexo de la manera tradicionalmente masculina, obsesionada por llegar cuanto antes y si o si al orgasmo, mientras que la postura lógica a esta altura de la película es que los hombres y las mujeres intentemos vivir la sexualidad de una manera tradicionalmente “más femenina”, deleitándonos en el momento, disfrutando del presente y no del futuro, mucho más sensorialmente. Algo así sucede con la blogosfera y sus rankings.

Tíscar: ….apuntas a varios temas interesantes. Uno es el rankismo y sus varas de medir, en el que estamos totalmente de acuerdo. En el entorno de los blogs, los instrumentos disponibles que hay hasta el momento, o al menos los que se usan para sancionar “la blogosfera” como tal y objetivarla en los espacios públicos, privilegian criterios cuantitativos frente a otros aspectos más cualitativos (aunque ya hay esfuerzos por graduar otras miradas como el barriblog). Me refería a métricas como el hiperenlace, el trackback, el posicionamiento en Google, etc. Esas son las monedas de cambio y da igual si se construyen ad hoc y se habla para Google en lugar de para las personas. En los rankings disponibles se mezclan infinidad de universos, desde lo más personal a lo más comercial. Y son ligas muy distintas, con objetivos muy distintos y con usos muy distintos. En top.blogs.es p.ej. hay un esfuerzo por hacer algunas clasificaciones: por grupo, con publicidad, corporativos, etc. En Alianzo también se intenta diversificar por provincia, por profesión del autor, por contenido, por tema, etc. Pero aún en esos casos, la ordenación de cada ranking individual atiende a criterios numéricos (el sacrosanto link).

Esto hace que los diarios personales, p.ej., que curiosamente son los más numerosos y además los preferidos por los lectores según las encuestas, están en cierta forma marginados frente a otros contenidos (periodísticos, tecnológicos, comerciales, etc.) que son los que copan los rankings. Hablar de lo interno -si quieres, esa esfera privada- queda ensombrecido por la narración de lo externo -la esfera pública-. Es difícil ponerse retroenlaces al relato intimista y personal. Y hablar con uno mismo y, desde esa voz, con “otros mismos” -con los otros- no luce en los rankings, no sale en Technorati, no tributa, no aparece en mesas de congresos. Porque ahí nos ponemos más serios y hablamos de cosas “importantes” y “serias”: de la política, del periodismo, de ….

En mi intervención yo hablaba de la resignificación de los usos, de la subjetividad, de revalorizar el discurso intimista. Y no sólo porque existe, y mucho, sino porque en las pequeñas historias es donde encontramos el latido de la Red. Porque parece que lo que único que tiene valor es lo que aparece en esos rankings y no es así. De hecho, puede ser mucho más significativa e intensa la experiencia de un blog personal -que quizás no sepa lo que es un hipervínculo- con su grupo de lectores, que la de muchos A-list. Hablaba de que las mujeres -porque era el enfoque pero lo hago igualmente extensible a los hombres- escriban sobre lo que quieran y como quieran, de recetas, de lucha política, de sus nietos o de física nuclear. Porque no todas queremos hacer militancia o no todas queremos hacer ganchillo. O queremos hacer las dos cosas o no queremos hacer nada, o un poquito de todo, qué se yo… Al discurso feminista le molesta mucho que se asocie a la mujer con el uso más personal de los blogs, más orientados al diario íntimo, a lo doméstico, a la familia, etc. Yo, por el contrario, pienso que si fuera así -con la dificultad que supone abarcar la blogosfera analizarla y hacer afirmaciones de ese calibre-, no tendría ningún prejuicio al respecto. Quiero decir, que si se pudiera demostrar que la gran mayoría de los blogs escritos por mujeres tienen esa orientación, pues fantástico. Y si no es así, pues también. No creo que haya usos y contenidos de primera y otros de cuarta fila.

Y esto me lleva a hablar de la emoción, esa gran arrinconada de lo políticamente correcto. Demasiados complejos por esa herencia que arrastramos y que comentabas. Quiero un congreso -o sucedáneo- donde las personas hablen de emociones, de sentimientos, de sensaciones a través/gracias a su blog, del vértigo de hacer público en el acto de publicar, del comentario del desconocido, del diálogo con uno mismo, de la sensación de sobreexposición,… a hablar de vida, de su vida, a tener la valentía de hablar desde el yo, como hace en su blog, si es que lo hace y si no lo hace, el porqué. El blog, ese impulso nihilista, esa tecnología de confesión, que diría Lovink. Comunicarse y sentir. Porque es la razón de todo esto, aunque sigamos necesitando vestirlo de “domingo” para que no se note que nos va la piel en ello.