Verdad, mentira o consecuencia

En la serie Voces contra la globalización, José Saramago decía que nuestra época será conocida como la Edad de la Mentira. Ponía como ejemplo la construcción infundada de Estados Unidos sobre la falsa existencia de armas químicas para invadir Irak. El mundo gira a su alrededor y nosotros con ella. Una mentira que, no por ser manifiesta, deja de acarrear consecuencias tan graves como vemos día a día. Pero no es la única. Lo malo de mentir es que acaba siendo un vicio difícil de frenar.

Hace dos días los belgas vivieron una situación orwelliana frente al televisor.

Dentro de un pacto de lectura de verdad, como es el informativo de la televisión pública, se simuló una falsa noticia sobre la independencia de Flandes. La fórmula es fácil. Conexiones en directo, noticia de última hora y como diría Álex Grijelmo:

    “así como una noticia veraz se convierte en falsa o da apariencia de serlo por culpa de un solo dato falso, una historia falsa puede presentarse como verosímil, y resultar creíble, si se construye con detalles verdaderos“.

Ante la avalancha de críticas, la cadena se muestra orgullosa de abrir el debate. Prefiere justificarse en los fines a cuestionarse los medios.

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