Los museos suspenden en web 2.0

Las webs de los centros culturales españoles apenas hacen uso de las tecnologías web 2.0. Así lo demuestra el estudio “Las nuevas tecnologías web 2.0 en la promoción de museos y centros de arte” que han presentado esta mañana Javier Celaya y Mónica Viñas en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid.
El informe (pdf) ha analizado las políticas de comunicación de 35 entidades culturales de España en su relación con la prensa y con el público general. La metodología utilizada ha combinado el envío de cuestionarios dirigidos a los responsables del área de comunicación y la identificación del grado de uso de herramientas interactivas en sus páginas web. El resultado era previsible, pero siempre ayuda contar con datos que lo evidencien: poco más de una tercera parte incluye enlaces, mientras que menos del 10% permiten descarga de archivos y contenidos en RSS.
Como curiosidad de la tabla de resultados, que coloca a los centros analizados según la ponderación de los ítems estudiados, nos encontramos a la Fundación Tápies con un notable y el Círculo de Bellas Artes de Madrid en la lista de suspensos flagrantes.

Pero quizás lo más destacable de la presentación fue el debate del final en el que se dejaron entrever algunos de los porqués de estos datos: temor a la agregación de toda información publicada sobre la entidad -no parece que guste el trackback– y el escaso margen para la difusión de la cultura a causa de los derechos de autor restrictivos. Nada nuevo si analizamos estas reacciones en un contexto más amplio donde prima el interés de toda institución por controlar su sistema de comunicación.

Recuerdo la intervención de una señora que habló de información amplia, objetiva y conveniente en la misma frase:
“Una institución pública debe ofrecer información amplia y objetiva, por lo que debe filtrar lo que crea conveniente”.
El objetivo de los autores de este informe es intentar convencer a los responsables de las áreas de comunicación de la necesidad de abrirse a la conversación, de mirar hacia los medios digitales, de escuchar y aprender de las críticas de su público, de apuntarse a una dinámica creciente. Al final, como todo, será cuestión de mentalidad y liderazgo. Si no se piensa en abierto, no se puede trabajar en abierto.

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