Personalidad suplantada

El Defensor del Lector de El País dedica su artículo de hoy a dar explicaciones en torno a la carta al director publicada hace unos días en el diario donde se suplantaba la personalidad de su autor.
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Las explicaciones (se puede ver el texto completo en Periodista Digital y bajo suscripción en ELPAIS.es ) son:
Ángel S. Harguindey, adjunto a la dirección y responsable en esos días de la sección de Cartas al Director, responde: "Tiene razón el señor García Carasusán en su protesta y ningún argumento de peso se puede oponer a sus quejas y preguntas. Efectivamente, es responsabilidad del diario comprobar la autenticidad de las cartas antes de ser publicadas, como consta en su Libro de estilo. Es evidente que en el caso del doctor García Carasusán no se hizo, aunque el correo electrónico del remitente incorporaba el nombre del firmante del texto y el número telefónico que se incluía -como se pudo comprobar, aunque lamentablemente tarde- era el móvil auténtico del remitente, no así el número del DNI que aportaba".


En resumen: la carta llegó por correo electrónico, con una dirección de hotmail, un número de DNI falso y un teléfono móvil que resultó ser el real (aunque poco importó, ya que no se hizo uso de él).

Así como se han lanzado múltiples campañas con las pulseras de la solidaridad, de Madrid 2012, etc. ¿qué tal si se promoviera "Un Libro de Estilo para todos" también? Los lectores agradecerían compartir sus sacrosantas normas, que son continuamente referenciadas en la sección del Defensor del Lector. De poco sirve que estos compromisos aparezcan en sus páginas cuando son incumplidos. Sería más útil que los lectores conocieran de antemano cuál es ese pacto de buenas prácticas periodísticas que contraen con el diario desde el momento en que depositan su confianza en él (y su euro). En todo contrato, ambas partes tienen derecho a conservar una copia del texto aceptado. Un volumen de peso extra en la entrega dominical o un simple pdf en su web podrían enmendar este descuido. Pero claro, habría que renunciar a la suculenta comercialización del Libro de Estilo en las librerías.
Seguiremos soñando. Para el periódico parece ser más que suficiente dedicarle media página a corregir el agravio ocasionado con la publicación de la falsa carta al director, tal y como se puede interpretar del final del texto del Defensor del Lector:
"La corrección puede ser una discreta fe de errores o un largo artículo como el que finaliza en este punto".